Eran los 70s y tener un reloj digital era... era todo, obviamente! Era la época del comienzo de la computación personal ¿Como no tener uno?
Pero, siempre hay un pero, todavía no estaba Casio (recién empezaba) ganándole a todos por amplio margen, la genialidad japonesa no estaba en el mercado con ejemplares gloriosos como el F-91W.
Pero hubo una empresa que lo intentó y fracasó miserablemente: Sinclair Radionics.
Sinclair les sonará conocida porque de ahí vienen las Spectrum. No? Bueno, en realidad casi, porque una cosa es Sir Clive Sinclair, el creador de todo lo que se llama Sinclair y otra son las empresas.
Sinclair Radionics empezó en 1961 vendiendo radios y la otra empresa, la de las computadoras, es Sinclair Research, también del viejo Sinclair. Es confuso pero eran dos empresas de nombra casi igual y con el mismo fundador pero dos distintas.
La diferencia la quiero remarcar porque el Black Watch fue el fracaso mayor de la primera Sinclair y su último producto ya que practicamente la fundió. Triste final para esta corta historia!
Pero me adelanté mucho porque hay que entender por qué un simple reloj electrónico pudo fundir toda una empresa y mucho tiene que ver con la promesa incumplida.
No era raro que un producto demasiado novedoso incumpliera alguna promesa, vamos, a quién no le pasó al comprar un celular o un televisor, pero el Black Watch falló en cosas muy importantes.
Era caro, un reloj de unos £24.95 ya construido,WTF? Sí, es que te lo vendían como un kit sin ensamblar por unos £17.95, lo que es un delirio para los estándares actuales donde uno no se compra algo para terminar de ensamblarlo uno, menos cuando hablamos de electrónica de precisión.
Para darles una perspectiva costaría unos £180 actuales que serían unos USD 240, en pesos devaluados argentinos era comprarse un reloj de $30.000 pero esto era tan sólo el precio ¿Acaso un reloj de lujo no cuesta mucho más?
Bueno, contaba con una pantalla LED que se ilumniaba cuando se presionaba el reloj de un lado, de uno mostraba hora y minutos, si se presionaba del otro, minutos y segundos. Bien básico, nada más, ninguna función más que la hora.
Una versión posterior incluyó la fecha como super funcionalidad nueva (!) pero el problema nunca fue que le faltaran specs sino... que no medía bien la hora.
Los relojes de cuarzo son extremadamente precisos pero no el Black Watch, su electrónica tenía un problema gravísimo: medía distinto el tiempo porque era afectado por la temperatura.
No estamos hablando de fracciones de segundo imperceptibles sino lo suficiente para tener que ajustarle la hora. Algo inaceptable. Además, cualquier carga estática le freía los sensibles circuitos! y si algo tiene uno en el brazo con el rozamiento de la ropa y cosas es cargas estáticas.
Pero había más, las baterías prometían durar un año y duraban apenas diez días, esa pantallita LED consumía demasiado, y eran difíciles de reemplazar. La versión en kit era muy difícil de ensamblar (por algo los relojes ya vienen terminados de fábrica).
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Muchos fueron devueltos y pidieron recambio o reembolso del dinero, el servicio ténico de Sinclair se vio sobrepasado por una lluvia de relojes defecutosos poniendo en cola de espera de hasta dos años a muchos clientes.
Entre 1975 y 1976 Sinclair perdió £355,000 y sólo un subsidio del gobierno los salvó de la bancarrota. En 1977 le cambiaron todo y usaron el circuito para el "Microquartz " que básicamente era lo mismo pero para automóviles, el cambio de gabinete resolvía el problema de la oscilación por temperatura y se vendió más o menos bien.
La empresa empezó a cambiar de manos y para 1980 ya se había integrado a otras, el negocio pasó más al de instrumentos electrónicos, Sinclair se había marchado en 1979 para seguir su otra nueva pasión: las computadoras personales.
Y no le fue nada mal! Gracias a eso tuvimos las Spectrum que han sido de las más icónicas computadoras de 8 bits de la historia junto a otras grandes. El mundo de los relojes digitales quedo en manos de Seiko, Casio, y otras grandes empresas de Japón.
Como es de esperar hoy un Black Watch es una pieza de colección.