La euforia de sentirse vivo

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Entre tantos momentos de bajón y dos años de incomodidad absoluta, depresión y desilusión fui notando algo, un cambio importante en la gente de mi barrio.

Luego vi que no era sólo en mi barrio, era en todos lados, aun con una pobreza extrema e inflación delirante el argentino promedio entró en una etapa de euforia de vida, es decir, que están buscando vivir como sea, no importa nada: lo único que vale la pena es sentirse vivo.

Luego de volver de un concierto masivo puedo darme cuenta de cómo esta reacción está explotando en la gente y va a durar un buen tiempo.

Este tipo de reacciones son muy comunes, asi como el "Destape" post dictadura que se repitió en muchos países que sufrieron de gran represión, en este caso es otro tipo de restricción la que provoca el "nuevo destape".

Si hace exactamente un par de años las previsiones eran de apenas dos semanas de encierro cuando eso duró bastante más la depresión asoló a gran parte de la sociedad.

La desesperanza fue sistémica: la pandemia nunca terminará. Los gobiernos hicieron uso de esto para poder ejercer más control, en países supuestamente democráticos y liberales como Australia y Nueva Zelanda se aprovecharon para ejercer un control digno de una dictadura sobre la gente.

Pero luego de una etapa de desconcierto y desilusión empezó otra, la vacunación masiva, el que prácticamente todos se contagiaron con distinto grado de efectos secundarios y, especialmente, la pérdida del miedo.

No es que el riesgo desapareciera, se mantuvo más o menos en los mismos niveles, lo que noto que cambió es la percepción a ese miedo.

 A ver, el COVID fue es enfermedad que se cobra sus muertos pero ¿Quién evalúa cuánto riesgo es válido? No somos todos actuarios como para tenerlo claro pero con un poco de sentido común era suficiente para darse cuenta que... hay riesgos que hay que tomar para estar vivo.
 
 Todos los días ya los asumíamos sin darnos cuenta pero estaban allí, ahora, con más conocimiento y medidas de protección, ¿No podíamos tomarlos? Y llegó enero.
 
 Enero de 2022 fue un mes muy particular en occidente, no sólo fue el mes de la cepa Omicron sino que fue el mes donde TODOS se infectaron pero, en países como éste, el 90% estaba vacunado.
 
 La proporción de infectados vs. muertos fue la menor de la historia y eso derivó en la "reacción".
 
 La reacción social fue imposible de contener por parte del gobierno que, en un raro acto de "inteligencia" (o más bien, era inevitable y ¿Para qué molestarse?) y no propuso ninguna contramedida: sencillamente dejó que sucediera y que cada uno hiciera lo que quisiera.
 
 El resultado fueron dos a tres semanas del índice más alto de positividad que ni la medición podía corroborar (75% de positividad y 120k casos diarios sólo registrados, el resto ni se registraban) nos dejó con una experiencia covidosa y ganas de salir a pasear.
 
 Ya sé que muchos no usaban barbijo en público hacía rato (yo al aire libre, por ejemplo, no lo concebía hacía tiempo), pero es otra cosa la que se despertó luego de ese Enero. Todos dijeron basta de una forma elegante: saliendo y viviendo.
 
 Pero más allá de la pandemia esa sensación perdurará un tiempo más (creo yo) porque es una reacción no sólo al encierro sino a la realidad que nos rodea.
 
 A ver, en un país donde ya no podés planificar nada a futuro lo único que te queda es el presente. Es decir, vivir el día a día.
 
 Quedarse encerrado esperando por un mañana mejor es un lujo que no nos podemos dar, lo siento, otros países tendrán tiempo y perspectiva, pero el nuestro es un enfermo terminal.
 
 ¿Le impedirías a un enfermo terminal darse un último gustito? Obvio que no, es perverso hacerlo, y si el enfermo es el país y toda su sociedad, está dándose gustios antes de la inevitable caída final.
 
 No es que ya no importe nada, es que importa, y mucho, sentirse vivo ¿Cómo podríamos impedirnos vivir? Porque estar vivo no es solamente respirar y moverse, es mucho más.
 
 Por eso este "destape" no tiene que ver tanto con el post-covid ni la post-pandemia sino con la más actual realidad, la muerte de un país que nadie puede impedir y que muchos quieren disfrutar en su último aliento. Y no está mal, está perfecto.
 
 Si no puedo gastarla en mis planes futuros, en un viaje o una casa, me la gasto en mí y en los míos, en vivir y sentirme vivo. Así que si mañana tienen ganas de ir a tomarse un cafecito a la vereda viendo la gente pasar, háganlo, es en lo mejor que pueden invertir su tiempo y dinero.
 
 PS: Odio los texos de auto ayuda y esas mierdas, esto es sólo mi opinión, hagan lo que les pinte el culo :D


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