Vivimos en un país absolutamente anormal, si es que algo como normalidad existe, para los argentinos es la utopía alcanzar.
Este post nace de un simple tuit que hice el sábado, resulta que el viernes me llegó una caja de una compra que hice en Amazon, un tuit sin relevancia, explotó. Cuando digo que explotó es que fue, sin dudarlo, una viralización que jamás vi en algo que posteé ahí en los 14 años que tengo cuenta en esa plataforma: la gente quería saber cómo había hecho algo que es re normal para muchos. WTF?
No tiene sentido.
Eso es lo primero que pensé, yo no había tenido necesidad de comprar nada a Amazon desde aquí. Cuando lo hice estaba de viaje y recibía en el hotel donde me alojaba, algo bastante común, especialmente para quienes viajan a USA, pero también común si se viaja a Europa o algún otro destino latinoamericano sin restricciones.
Desde 2017 es posible hacer este tipo de compras, vía courier a tu puerta, desde que Macri habilitó eso. En su momento los límites eran de 50Kg, no más de tres productos repetidos, 5 compras al año y unos USD 3000 de límite por item, con eso sólo se pagarían USD 50 de tasa y listo (bueno, más el envío, claro).
El gobierno nefasto de Alverso Fernández bajó el límite a USD 1000, la brecha entre blue y oficial, combinado con el impuesto país, provocó un desajuste importante, así que siempre dependió, la conveniencia, en cómo se pagara. Pero funciona hace rato.
Con la llegada de Milei al poder hay una idea colectiva en la masa de que estas restricciones se abrieron y "ahora es posible". Pues no, las reglas son las mismas, la AFIP-Aduana sigue controlada por una caterva de hijos de puta y si no declarás las compras te las retienen (no las de courier privado que menciono, claro).
El punto no es mi experiencia personal con esa compra, sino lo que generó mi simple comentario. De hecho, me tuve que poner a grabar un video el domingo para esa misma gente que quería saber más, querían comprar algo como una persona "normal".
La utopía del argentino es poder vivir fuera de la Unión Soviética en la que se transformó el país lentamente.
Adquirir un bien con el dinero fruto de tu esfuerzo no es de "cheto", no es de "tilingo", no es de "desclasado", todos términos utilizados casi en exclusividad por kirchneristas que viajan a New York a comprarse su iPhone a la Quinta Avenida, pero detestan que otro "negrito" pueda hacerlo también.
El sueño es dejar de vivir la vida a pura traba y restricción que no le sirve a nadie salvo a un grupo selecto. Esas trabas siguen presentes, a nadie le importan.
Hemos naturalizado, desde hace mucho tiempo ya, que la subnormalidad en la que nos manejamos es lo que está bien, que es como son las cosas, lo aguantamos porque no vemos cómo podría ser diferente.
Hasta lo justificamos, nos decimos que los argentinos no podemos tener eso que soñamos porque "aquí no funcionaría" o "en dos segundos te lo afanan". Tratamos de convencernos que lo que está mal, es lo natural. No, no es normal, no es natural.
Somos una excepción en un mundo donde, sea país pobre o país rico, rara vez tiene las restricciones para la vida cotidiana que tiene el nuestro. Al mismo tiempo carecemos de otras restricciones que nos hace parecer, ante el mundo, como unos liberales del carajo. Pero en otras parece que tuviésemos un politburó obtuso como Corea del Norte.
Si algo somos es incoherentes, eso denlo por hecho.
Lo que más me llamó la atención de la reacción masiva de ese comentario mío fue que la gran mayoría quería saber cómo gastar su dinero haciendo una compra al estilo del primer mundo.
Es exactamente igual que en Mercado Libre, dijeron muchos, y tienen razón. Pero hay algo distinto: es poder hacerlo libremente donde uno quiera. Algo que es bien raro por aquí.
Otros se ofendieron porque mi tuit tuviese semejante reacción, "no descubriste nada", y no, si yo sólo estaba comentando una puta compra que hice! Lo loco era ver TANTA gente que estaba descubriendo, por primera vez, que esto era posible aunque existiera desde hace 7 años.
Algunos creyeron que mi compra era gracias a Milei (quien no hizo nada al respecto, ni a favor ni en contra), otros que ahora "Galperín se va a tener que meter ML en el orto", cosa que no tiene lógica alguna, la mayoría insistía en saber más, que para ellos era algo nuevo, que no se animaban.
Y esa era la clave: animarse.
Al argentino conseguir dólares le sigue resultando complicado, un tipo que gana $500.000 al mes no puede ni soñar en comprar en Amazon, pero siempre quiere tener un teléfono nuevo, le cobran tres veces su sueldo por adquirir algo que debría ser mucho más accesible. Se lo garchan todos.
La idea es, entonces, que te den murra pero con consentimiento, que esa compra sea decisión y elección tuya. Ahí aparece la santa inquisición de la AFIP metiéndose en el medio, esa entidad paraterrorista impositiva que considera al pagador de impuestos un criminal y al evasor grande un amigo al cual proteger.
Lo que está claro es que la gente quiere vivir, pero el estado soviético en el que vivimos les ha hecho creer que no era posible, aun cuando desde hace años podían hacerlo, como si nos hubiesen sacado el candado y la cadena y, aun así, creyésemos que seguimos atado al grillete.
A mí me resultó increíble, una locura, estamos todavía con estrés post traumático o algo así, qué se yo.