Hace unas semanas la Unión Europea comunicaba una serie de previsiones y recomendaciones para casos de emergencia, en todo el viejo continente se burlaron, especialmente en los medios masivos, de semejante sugerencia.
Ayer España, Portugal, Andorra y un poco de Francia se quedaron sin electricidad en un apagón masivo y... qué bien les hubiese venido seguir algunos de los consejos apocalípticos que todo latinoamericano promedio podría darles :D
¿Qué latino sudaca no sabe reconocer un buen corte de luz? Vamos, hasta el más civilizado indio americano tuvo o tiene que soportarlo cada tanto. No es que se genere inmunidad, pero hay varias cosas que son básicas y que el europeo promedio ha olvidado de sus épocas de pobreza subsahariana (que no fue hace tanto, pero les encanta ocultar).
Lo mínimo en toda casa sudaca son algunas velas y fósforos, algunos más avanzados tienen un 'Sol de noche', una lámpara de querosén o un pequeño generador para la heladera y el freezer. Que no se descongele!!!
No faltan en nuestros hogares velas, y no de las aromáticas, sino de las de iluminación. No me los imagino en el primer mundo conservando de estas, aquí siempre tenemos un par a mano.
velas, nunca faltan
Somos tan tercer mundo que sabemos qué significa quedarse sin electricidad por maś de cuatro horas, y todo lo que esto implica, claro. Lo principal: nunca nos preocupamos demasiado y sabemos que no va a volver cuando lo dice la compañía eléctrica.
Por ejemplo, los madrileños sin dinero cash porque pagan todo con su teléfono y una app, buenísimo, super práctico, pero no vas a ver un latino sin unos billetes encima, es esencial.
En nuestro tercermundista caso es más porque todavía hay muchas transacciones en metal, pero a la hora del corte de luz, es imprescindible, no hay app que funcione!
Si, ya mucha transacción es electrónica también aquí en el culo del mundo, pero que nunca falte un amigo billetín en la billetera, aunque sean unos pesos sueltos en el bolsillo.
ojo, para extranjeros: con ese fajo sólo comprás un yogur
La falta de electricidad también es uno de los factores por los que el latino tiene un balde, sea para proveerse de agua potable para ingerir, ya que la mayoría de las bombas son eléctricas, como para que los teresos sigan su camino en las horas sin tanque lleno, pero con ganas de ir de cuerpo.
En Europa es bastante más común cocinar con electricidad, aquí tenemos la ventaja del Gas Natural en muchas localidades, el argentino tiene una ventaja extra: más parrillas a carbón/leña que el promedio global. Si se corta la luz, siempre podemos tirar una carne a la parrilla! Aplauso para el asador y mosquitos comiéndonos, pero felices.
No digo que adopten el gas porque a veces ni hay, o hay que comprárselo a los rusos, pero la parrilla no suena tan mal ¿No?
nuestras compañías eléctricas conservan los más altos estándares
La falta de energía también te deja sin transporte, aquí tenemos tantos colectivos que lo que nos deja sin transporte es un corte... de calles, pero hasta la mitad de nuestros trenes son todavía Diésel Eléctricos, nunca la contaminación se sintió tan bien 😁
Ver a españoles "sufriendo" la falta de luz me hizo recordar a cualquier lugar del mundo cuando se quejan de la inflación, al ser tan, pero tan tercermundistas y cagados a palos por la vida, vemos esas inflaciones anuales de un dígito como una utopía inalcanzable ¡Tenemos lo mismo en un mes! También me recordó a los gringos sufriendo el resultado de las tarifas teniendo que pagar lo importado el doble o el triple: bienvenidos 😋
el leal y fiel amigo del chino: el generador portátil
Con la luz pasa lo mismo, al menos en mi barrio, en lo que va del año ya tuve unos 10 cortes y algunos de más de 4 horas, la mayoría son cortos, duran unos minutos, una hora o dos como mucho, siempre porque están haciendo "Tareas de mantenimiento" o porque hubo un "desperfecto en la zona", sin más explicación.
Verlos sentir de nuevo la falta de civilización no es ninguna alegría, nos compadecemos nada más, a veces está bueno que te devuelvan al mundo real, aunque sea sólo por un día, para ver cómo te defendés ante la realidad y notar que uno no está tan lejos, como cree, de la edad de piedra.